9 de diciembre de 2008

Tus hojas

Me siento realmente mal. Pessoa, Soares en realidad, aunque en realidad fue Pessoa, escribe el Libro del desasosiego inventando su vida. Un gran genio, en verdad. Un genio hipócrita. Ahora puedo despotricar contra él, citarlo:

Mi visión de ti sería el lecho donde mi alma se adormeciera, niña enferma, para soñar otra vez con otro cielo. ¿Hablarías? Sí, pero que oírte fuera no oírte sino ver grandes puentes a la luz de la luna unir las dos orillas oscuras del río que va a dar al anciano mar donde las carabelas son nuestras para siempre.

y luego criticar su maldita puntuación, o esa especie de rebelión suya contra las formas, fundiendo nombres, adverbios y adjetivos sin respeto ni temor a la incomprensión. O su desorden pacato, o incluso esa banalidad que salpica sus textos geniales.

Yo aquí, hundiéndome lentamente en las angustiosas arenas movedizas del silencio y la soledad, apuntando como un idiota sus tres pasos para la vida (1º.- sentir los detalles nimios de esta vida como extraordinarios. 2º.- evitar el sufrimiento que el primer paso genera encarándolo de una de estas tres formas: a) analizando el dolor tan profundamente que el análisis y sus resultados acaben por acercarnos a él sin que duela; b) crear otro yo que soporte el dolor por nosotros; ó c) atender tanto al dolor que lo consideremos extremo y, como tal, motivo para el placer que todo exceso proporciona. 3º.- escribir sobre nuestro dolor para inmortalizarlo), y apuntándolos porque creo que tantos años míos no han podido desembocar en una situación tan pareja a la de ese individuo, Soares, todo el tiempo anotando en los libros de una aburrida oficina los sucesos monótonos, con la banda sonora de una Lisboa bulliciosa e inalcanzable. Yo aquí, creyendo a un genial embaucador…

Aún me salva el deber, mis hijos me salvan, ahora nada más puede evitar que me hunda en mí mismo, aunque las hojas húmedas, oxidadas, tus hojas rieguen las aceras sin consideración a mi dolor…