1 de septiembre de 2009

La tierra y el deseo

Miradas Nadando en la penumbra nerviosa del bar, entre el ruido envolvente de las voces y la música, sorteando a los grupos que se agitan entre nosotros, la mujer me dirige sus miradas y las cruza eléctricamente con las mías. Es el viejo juego de la fantasía, pero luego todo se diluye en la noche, y entonces pienso en cuánto desperdicio de miradas, cuanta pasión derretida, cuántas oportunidades malgastadas de convertirnos en objetos de pasión, dejando escapar esas pocas virtudes que dan fe de nuestra perdida infancia, esos moribundos adornos que aún nos mantienen pegados a la tierra y al deseo.