17 de diciembre de 2008

Coincidencias

Nuestra vida no tenía adentros. Estábamos afuera y éramos otros. Nos desconocíamos, como si hubiéramos aparecido a nuestras almas después de un viaje a través de los sueños…

(…)

Vivimos allí un tiempo que no sabía transcurrir, un espacio que nadie podría imaginar cómo medir.

(…)

Desengañémonos, amor mío, de la vida y sus modos. Huyamos de ser nosotros… No saquemos del dedo el anillo mágico que llama, al moverlo, a las hadas del silencio y a los elfos de la sombra y a los gnomos del olvido…

(…)

Nuestra vida era toda la vida… Nuestro amor era el perfume del amor… Vivíamos horas imposibles, llenas de ser nosotros… Y esto porque sabíamos, con toda la carne de nuestra carne, que no éramos una realidad…

(…)

Acabaron de arder, amor mío, en el hogar de nuestra vida, los troncos de nuestros sueños…


(En la floresta de la enajenación, en el Libro del desasosiego, de Fernando Pessoa)