13 de julio de 2012

La nostalgia y la felicidad

La niña bonita

¿Qué es esta indefinible añoranza? ¿Qué se infundió en mi alma al escuchar todas estas músicas que se quedaron definitivamente prendidas en tus ropas, en tu piel? ¿Qué es este sentimiento dulce y doloroso que te trae, rodeada de carreteras, de sal, de habitaciones, de risas, besos, madrugadas y esos juegos tuyos que me acariciaron tan dentro? ¿Qué es esto que invade mi pecho y dibuja en él una aterciopelada angustia, mientras el deseo de tenerte lo llena de pronto todo?

Cádiz, Jerez, Jédula, El Puerto, Chiclana, Sevilla, Benamahoma, El Cuervo, tantos sitios donde florecieron tus ojos mientras yo los miraba… Hay una nostalgia sin retorno, la nostalgia de tus manos, de tu boca de hambre, de tus dientecitos sabrosos, de tu luz poderosa, de esa mirada tuya que hacía sucumbir al universo para levantar sobre sus escombros palacios y latidos dignos de mi pobre corazón.

Sí, saber que nunca más te apretarán estos brazos, que estas manos mías envejecerán sin presentir de nuevo la aventura de tu cuerpo, que jamás mi tarde volverá a derretirse en las sombras vivas de tu amor, en el fascinante azar de tus caprichos. Saber que nunca más tus dedos rociarán mi vientre con estrellas, que no seré ya el afortunado blanco de tus besos, que el futuro indiferente disolverá este amor obstinado, este amor mío que sueña ingenuo con ser eterno. Saber de tu felicidad y sentir la atroz alegría de no hallarte…

9 de enero de 2012

Lo imposible

Impresiones Intimas - Pájaro triste by Federico Mompou on Grooveshark

Lo más probable es que nunca leas esto. Observo a distancia, agazapado en mi oscura discreción, la sonrisa que ilumina tu rostro, y la alegría que surge en mi interior se disuelve pronto en una nostalgia irrazonable de la noche y sus peligros. En realidad nunca quisiste ser más que una tempestad que asaltaba mis noches, y a fe mía que lo fuiste, y tan bien que ahora hay en mi memoria delicias que sólo arrancándome las entrañas podría acallar. Contigo se fue lo imposible…

3 de agosto de 2010

El aliento de todos aquellos besos…

Seregorn nunca se sintió profeta, pero muchas de sus intuiciones se han ido cumpliendo bajo el silencio de Taur-im-Duinath. Una de ellas fue que algún día querría tocar de nuevo el cabello marino de Eärfin y no podría, que ese pelo que él conoció rojo y oscuro le estaría vedado por la distancia y el frío. El presagio iba más allá, anunciando que el caballero se retorcería en el dolor de su deseo imposible, pero el augur tal vez no contó con el cansancio de los días que, en las más profundas estancias de su alma, va cerrando puertas a cualquier sentimiento que no haya surgido de esas mismas profundidades ingobernables.

Todo va convirtiéndose, lentamente, en recuerdo, en esa sustancia amable con la que se teje la nostalgia, que es la primera huella del fin. Sí, un amor inmortal puede vivir en el vacío, pero cuando este vacío se derrama bajo los pies del caballero una tristeza indecible le inunda el pecho, y por un momento quisiera embridar su caballo y cabalgar hasta el mercado donde su Dama pasea sus lánguidas sonrisas, para, en un sueño inaccesible, situarse a su lado mientras ella compra telas, fruta, té y especias, y rozar su pelo y llamarla con el aliento de todos aquellos besos...

26 de marzo de 2010

Feliz cumpleaños 2010

Escribimos tanto, tanto nos dijimos, en cartas, en regalos, en miradas... Sacaste de mí mucho más de lo que yo era, y contigo pude estallar como estallan hoy, de nuevo, los naranjos. Dejamos nuestros caminos alfombrados de azahar... ¡Quién lo iba a pensar aquel tres de marzo! Aquella noche, cuando esperándote, creyendo andar en la misma Plazuela del Gato (¡Dios me ampare, fue la soledad!), pero sabiendo luego que sólo era la Plaza de San Andrés, y que no vendrías hasta la mañana, escribí, en el cuartucho de una humilde pensión, en un cuaderno que al fin volvió a tus manos:

             Esta noche, en la que el azahar tomó Jerez, un azahar mojado y sensual, tú estás como los viejos sueños, imposible. Y por eso mi sangre se muere por ti ahora, por eso te deseo con estas ganas terribles y dolorosas. Mi sangre que no te quiere ni la mitad de lo que yo te quiero...

Bendijimos tantos rincones de este triste mundo... Hoy el bosque nuestro se derrama por las calles, enreda hiedras en el cabello de las mujeres, alza monumentos a nuestro amor en los jardines: robles americanos con sus tiernas llamas, sauces que lloran lágrimas exquisitas, ciclamores que gestan sus corazones entre flores prematuras, jacarandas esbeltas y delicadas, plátanos como fuentes temblorosas de frescor, cada naranjo un recuerdo de nuestro amor... Hoy nuestro bosque pervive entre los edificios, brotando melancólico en las rendijas de las aceras, descansando en los solares vacíos con hierbas y arbustos improvisados. Se extiende como un tapiz paciente entre nosotros, señalándonos el camino remoto de los besos, sin darnos esperanza alguna porque nuestro bosque nunca mendigó una esperanza, porque las ilusiones de nuestro bosque siempre se tejieron con nuestros dedos y la argamasa sencilla de nuestro cariño.

Carta HDNuestro bosque suena hoy a silencio, si acaso como un pequeño reguero verde que serpentea entre nuestra vida ajetreada, y que de vez en cuando cae por un pequeño desnivel cantando una canción callada y cristalina, susurrando nuestra leyenda. Raro es el día que no acaricie alguna hoja, que no me extasíe ante la danza de las ramas con el viento del poniente, que no adivine un guiño de aquella pequeña brizna de hierba que asoma entre las losas de las calles. Rara es la noche que no te desee, que no me olvide de todas las advertencias de la razón y muera por envolverte en un abrazo inagotable...

Los años pasan pero no en nuestro bosque, nunca en nuestro bosque. Sabes, mi hermosa Dama, que el tiempo tiene vedado el acceso a nuestro reino. Ni siquiera nuestras debilidades, nuestras más profundas tristezas podrían permitirle entrar y marchitar los pasajes eternos, los verdes túneles, la fauna cordial, nuestros juegos siempre decisivos, siempre libres... Los años pasan, pero tu voz sigue sonando como el primer día que la oí, encantadora y fértil, clavándose directa y sin remedio en mi corazón.

Mucha felicidad, mi niña...

5 de febrero de 2010

Caer por tu risa

Añoro caer por tu risa,
rozar tus dientes de leche
para ahogarme, pronto, en tu lengua
traviesa y prodigiosa.
Me arropo ahora, por esta noche,
en la tregua de tu pecho,
y luego, en la batalla de tu vientre,
renazco eterno en el instante
con mis hambres,
mis ternuras,
mis delirios y mi sangre.

Añoro tus aires, tus juegos,
tus senos de espuma
y la dulce sal de tu piel,
y la arena de tus dedos,
y tu risa, sí,
caer por tu risa,
pasar por tus dientes
y en tu lengua beber
las palabras, los deseos,
los pretextos de amor,
los consuelos.

Añoro esa figura tuya, tan azul,
las curvas de tus caricias,
tus caderas perfectas,
las canciones, tu pelo rojo
y tus ojos encendidos
como faros en la noche,
y tu risa, ay,
cómo añoro tu risa,
caer en tu voz, en el rumor
de tus pesadumbres, 
en el aliento de tu paraíso.

20 de diciembre de 2009

El claro de luna

Nadie sabe jugar como tú, nadie jugó conmigo como tú lo hiciste. Tus ojos saben bailar al son de mis sentidos, tu boca sonríe cuando es preciso, y tu piel luminosa es el territorio donde mis manos siempre quisieron reposar. ¿Recuerdas aquel principio, cuando durante unas semanas mi mano se quedó contigo? Ella viajaba por tu cuerpo, se enredaba en tu pelo, sorprendida se quedaba merodeando en la suavidad de tu cuello, y luego describía la curva de tus hombros, la conmoción de tu pechos; y tras navegar por tu cintura mis manos se dejaban caer por tus caderas perfectas, por tus piernas de ángel, para subir después hasta tu vientre para rozar el cielo. Sí, mi mano prestada, mientras yo aguardaba sin prisa el día en que podría conocerte.

Imagen0028 Hoy, sin ti las palabras de amor intentan huir de mis labios, y mis dedos se detienen constantemente a buscarlas sin encontrar demasiadas veces otra cosa que tu ausencia. Las horas apenas duran unos minutos, y miran tristes al pasado en el que solían transcurrir infinitas y emocionantes. Nuestro rumbo rezaba en los mapas del extravío, en los planos secretos de los laberintos, en los jardines intrincados de oscuros ciclamores y naranjos fragantes, más allá de todo lo demás, en un reino de caricias rodeado de murallas melancólicas. Pero el mar cubrió nuestro reino, anegó las veredas, sepultó las catalpas y sus hojas gigantes y sus flores coquetas, o esas otras prehistóricas del magnolio y el tronco mullido donde aquel caballero fue a descansar, atraído por el susurro de tus alas. El agua cubrió voraz los huecos y escondrijos donde los mensajeros dejaban nuestros besos envueltos en hojas de parra, atados con la hiedra de nuestros corazones, besos aún más valiosos cuanto que habían nacido en el tráfago ruidoso de nuestras vidas. El mar y su sal se hicieron con nuestro bosque, y mis dedos no pueden encontrar ahora las palabras para definir una mirada tuya, un amanecer en tu abrazo.

La noche, el claro de luna, la hora de las hadas…

28 de noviembre de 2009

Imaginando a Neruda

El silencio es un océano callado, donde el vuelo de una gaviota o una tormenta furiosa escriben los detalles de la armonía y de la catástrofe. El océano oculta en su vientre azul un bosque que nunca perderá sus caminos, sus árboles entrelazados, sus escondites hoy paralizados, por los que los peces tienen miedo de pasar. No hay vida en el bosque bajo el mar. Ese eco que diríase poema de Neruda sólo es el rumor de la corriente, el reflejo desvaído del pasado en el espejo de las aguas compasivas.

Sin embargo, añoro tus pechos de pan y tus manos hábiles en el amor, y aún noto el roce inquietante de tantas aventuras sobre mi piel que languidece. Yo mismo propongo el poema de Neruda:
Amor, nada soy,
y sin ti soy lo que me faltas,
la ola salada de tu lengua,
el viento rabioso de tus ojos,
tu olor de secreto soberbio y
la selva exuberante de tu risa.
Nada soy, amor,
y sin ti soy lo que inspiras
ahí lejos, donde mis pies
amargos apenas llegan.
Amor, nada soy,
y sin ti…




9 de noviembre de 2009

El silencio

¿Oyes el silencio? Sí, en mis oídos resuena atronador: un silencio que quizás viene para quedarse. Cualquiera sabe distinguir un adiós sincero de otro lance más del juego, porque el adiós de veras se reconoce por esa nube de alivio que asciende y puede verse a simple vista… Ya sabía que las hadas también caminan, que no se confinan a un solo bosque, que van y vienen de la fábula a la realidad con extraordinaria soltura. Y es que casi todo fue profetizado por aquel pobre caballero, que con todo nunca llegó a ser sabio. No sería digno de ser caballero si cayera en fáciles reproches, si se dejara llevar por la tristeza y creyera que lo real, tu vida y los pasos que das por ella gozan de más solidez que tus travesuras. Hay otros bosques, hay otros espejismos, otros delirios que se adueñan del tacto de tus manos, y bien. ¿Acaso podría, querría yo competir por un sueño? Los sueños aparecen sin aviso previo, son gratuitos, no se lucha por ellos, sólo se abre uno como un valle para que sus aguas impacientes refresquen tu garganta… La bella impaciente, el agua impaciente, el sueño impaciente… pero el silencio, el ensordecedor silencio.

1 de octubre de 2009

Historia universal

La melancolía rebosa de delicias inútiles, de momentos fugaces, de menudencias sin cuento. Con ella ante mis ojos cualquier mínimo movimiento se convierte en una historia universal. Así esta mirada, así esa oportunidad, así aquella inesperada caricia...

1 de septiembre de 2009

La tierra y el deseo

Miradas Nadando en la penumbra nerviosa del bar, entre el ruido envolvente de las voces y la música, sorteando a los grupos que se agitan entre nosotros, la mujer me dirige sus miradas y las cruza eléctricamente con las mías. Es el viejo juego de la fantasía, pero luego todo se diluye en la noche, y entonces pienso en cuánto desperdicio de miradas, cuanta pasión derretida, cuántas oportunidades malgastadas de convertirnos en objetos de pasión, dejando escapar esas pocas virtudes que dan fe de nuestra perdida infancia, esos moribundos adornos que aún nos mantienen pegados a la tierra y al deseo.