2 de diciembre de 2008

Sobre el desasosiego

"Un hálito de música o de sueño, algo que haga casi sentir, algo que haga no pensar".

Todo lo que nos aleja de nosotros nos reconcilia con nosotros mismos, con lo que realmente somos. Por eso, la música y los sueños, incluso el puro dormir sin sueños, son bálsamos para nuestras tribulaciones. Es cierto que a veces esta melodía o aquella pesadilla nos angustian y nos empujan al pozo de nuestros pesares, pero por lo común nos alegran, nos inventan una luz distinta, sin contraindicaciones, blanda y suave como el cumplimiento detenido de un deseo. La falaz y seductora oscuridad de las noches nos refleja obligándonos a mirarnos de frente; la liviana y estúpida luz del día nos entretiene en simulaciones y pérdidas de tiempo, sin conseguir convencernos de una sóla de sus naderías. ¿Cómo huir de la intrigante noche sin los sueños, sin el sueño? ¿Cómo huir del día cegador y previsible sin la música que nos enajena, que nos lleva a lugares sin espejos, que relaja nuestros músculos hasta el olvido de nosotros mismos? Tú has sido, eres una incomprensible melodía que me lleva más allá de la lucidez y de la costumbre...