3 de agosto de 2010

El aliento de todos aquellos besos…

Seregorn nunca se sintió profeta, pero muchas de sus intuiciones se han ido cumpliendo bajo el silencio de Taur-im-Duinath. Una de ellas fue que algún día querría tocar de nuevo el cabello marino de Eärfin y no podría, que ese pelo que él conoció rojo y oscuro le estaría vedado por la distancia y el frío. El presagio iba más allá, anunciando que el caballero se retorcería en el dolor de su deseo imposible, pero el augur tal vez no contó con el cansancio de los días que, en las más profundas estancias de su alma, va cerrando puertas a cualquier sentimiento que no haya surgido de esas mismas profundidades ingobernables.

Todo va convirtiéndose, lentamente, en recuerdo, en esa sustancia amable con la que se teje la nostalgia, que es la primera huella del fin. Sí, un amor inmortal puede vivir en el vacío, pero cuando este vacío se derrama bajo los pies del caballero una tristeza indecible le inunda el pecho, y por un momento quisiera embridar su caballo y cabalgar hasta el mercado donde su Dama pasea sus lánguidas sonrisas, para, en un sueño inaccesible, situarse a su lado mientras ella compra telas, fruta, té y especias, y rozar su pelo y llamarla con el aliento de todos aquellos besos...

26 de marzo de 2010

Feliz cumpleaños 2010

Escribimos tanto, tanto nos dijimos, en cartas, en regalos, en miradas... Sacaste de mí mucho más de lo que yo era, y contigo pude estallar como estallan hoy, de nuevo, los naranjos. Dejamos nuestros caminos alfombrados de azahar... ¡Quién lo iba a pensar aquel tres de marzo! Aquella noche, cuando esperándote, creyendo andar en la misma Plazuela del Gato (¡Dios me ampare, fue la soledad!), pero sabiendo luego que sólo era la Plaza de San Andrés, y que no vendrías hasta la mañana, escribí, en el cuartucho de una humilde pensión, en un cuaderno que al fin volvió a tus manos:

             Esta noche, en la que el azahar tomó Jerez, un azahar mojado y sensual, tú estás como los viejos sueños, imposible. Y por eso mi sangre se muere por ti ahora, por eso te deseo con estas ganas terribles y dolorosas. Mi sangre que no te quiere ni la mitad de lo que yo te quiero...

Bendijimos tantos rincones de este triste mundo... Hoy el bosque nuestro se derrama por las calles, enreda hiedras en el cabello de las mujeres, alza monumentos a nuestro amor en los jardines: robles americanos con sus tiernas llamas, sauces que lloran lágrimas exquisitas, ciclamores que gestan sus corazones entre flores prematuras, jacarandas esbeltas y delicadas, plátanos como fuentes temblorosas de frescor, cada naranjo un recuerdo de nuestro amor... Hoy nuestro bosque pervive entre los edificios, brotando melancólico en las rendijas de las aceras, descansando en los solares vacíos con hierbas y arbustos improvisados. Se extiende como un tapiz paciente entre nosotros, señalándonos el camino remoto de los besos, sin darnos esperanza alguna porque nuestro bosque nunca mendigó una esperanza, porque las ilusiones de nuestro bosque siempre se tejieron con nuestros dedos y la argamasa sencilla de nuestro cariño.

Carta HDNuestro bosque suena hoy a silencio, si acaso como un pequeño reguero verde que serpentea entre nuestra vida ajetreada, y que de vez en cuando cae por un pequeño desnivel cantando una canción callada y cristalina, susurrando nuestra leyenda. Raro es el día que no acaricie alguna hoja, que no me extasíe ante la danza de las ramas con el viento del poniente, que no adivine un guiño de aquella pequeña brizna de hierba que asoma entre las losas de las calles. Rara es la noche que no te desee, que no me olvide de todas las advertencias de la razón y muera por envolverte en un abrazo inagotable...

Los años pasan pero no en nuestro bosque, nunca en nuestro bosque. Sabes, mi hermosa Dama, que el tiempo tiene vedado el acceso a nuestro reino. Ni siquiera nuestras debilidades, nuestras más profundas tristezas podrían permitirle entrar y marchitar los pasajes eternos, los verdes túneles, la fauna cordial, nuestros juegos siempre decisivos, siempre libres... Los años pasan, pero tu voz sigue sonando como el primer día que la oí, encantadora y fértil, clavándose directa y sin remedio en mi corazón.

Mucha felicidad, mi niña...

5 de febrero de 2010

Caer por tu risa

Añoro caer por tu risa,
rozar tus dientes de leche
para ahogarme, pronto, en tu lengua
traviesa y prodigiosa.
Me arropo ahora, por esta noche,
en la tregua de tu pecho,
y luego, en la batalla de tu vientre,
renazco eterno en el instante
con mis hambres,
mis ternuras,
mis delirios y mi sangre.

Añoro tus aires, tus juegos,
tus senos de espuma
y la dulce sal de tu piel,
y la arena de tus dedos,
y tu risa, sí,
caer por tu risa,
pasar por tus dientes
y en tu lengua beber
las palabras, los deseos,
los pretextos de amor,
los consuelos.

Añoro esa figura tuya, tan azul,
las curvas de tus caricias,
tus caderas perfectas,
las canciones, tu pelo rojo
y tus ojos encendidos
como faros en la noche,
y tu risa, ay,
cómo añoro tu risa,
caer en tu voz, en el rumor
de tus pesadumbres, 
en el aliento de tu paraíso.