28 de noviembre de 2009

Imaginando a Neruda

El silencio es un océano callado, donde el vuelo de una gaviota o una tormenta furiosa escriben los detalles de la armonía y de la catástrofe. El océano oculta en su vientre azul un bosque que nunca perderá sus caminos, sus árboles entrelazados, sus escondites hoy paralizados, por los que los peces tienen miedo de pasar. No hay vida en el bosque bajo el mar. Ese eco que diríase poema de Neruda sólo es el rumor de la corriente, el reflejo desvaído del pasado en el espejo de las aguas compasivas.

Sin embargo, añoro tus pechos de pan y tus manos hábiles en el amor, y aún noto el roce inquietante de tantas aventuras sobre mi piel que languidece. Yo mismo propongo el poema de Neruda:
Amor, nada soy,
y sin ti soy lo que me faltas,
la ola salada de tu lengua,
el viento rabioso de tus ojos,
tu olor de secreto soberbio y
la selva exuberante de tu risa.
Nada soy, amor,
y sin ti soy lo que inspiras
ahí lejos, donde mis pies
amargos apenas llegan.
Amor, nada soy,
y sin ti…