Añoro caer por tu risa,
rozar tus dientes de leche
para ahogarme, pronto, en tu lengua
traviesa y prodigiosa.
Me arropo ahora, por esta noche,
en la tregua de tu pecho,
y luego, en la batalla de tu vientre,
renazco eterno en el instante
con mis hambres,
mis ternuras,
mis delirios y mi sangre.
Añoro tus aires, tus juegos,
tus senos de espuma
y la dulce sal de tu piel,
y la arena de tus dedos,
y tu risa, sí,
caer por tu risa,
pasar por tus dientes
y en tu lengua beber
las palabras, los deseos,
los pretextos de amor,
los consuelos.
Añoro esa figura tuya, tan azul,
las curvas de tus caricias,
tus caderas perfectas,
las canciones, tu pelo rojo
y tus ojos encendidos
como faros en la noche,
y tu risa, ay,
cómo añoro tu risa,
caer en tu voz, en el rumor
de tus pesadumbres,
en el aliento de tu paraíso.