Hubieras sido la oscuridad del teatro, la intimidad del silencio tras el vendaval de la música, pero fuiste el roce imaginado, la supuesta sonrisa tierna que se mira y sobrentiende, otra vez la justa compañía imaginada. Todo aquel sonido que recalaba en mi descarnada paciencia, y que me alzaba sobre mis zapatos y los misterios, hubiera sido luz oscura de tu pecho, la señal de lo incomprensible, la suerte de mi miseria; pero sólo fue una maravilla, un adorable sueño sin ti.